06 enero 2014

Breve introducción al desierto

Antes de viajar a Marruecos, cuando pensaba en el desierto siempre me venía la misma imagen a la cabeza: dunas de arenas, amarillas y anaranjadas, con el cielo muy azul y ni un rastro de vegetación. ¿Será que he visto muchas películas? ¿O que las películas siempre muestran el mismo pedazo de desierto? Durante esos día de inmersión en el desierto descubrí que mucho más que eso. 
Mi recuerdo del desierto está marcado por dos cosas: los paisajes y la gente. Este post es una breve introducción al desierto, cuatro pinceladas para presentar el contexto, los paisajes y las sorpresas del desierto. En la segunda parte (‘la vida en el desierto’) hablaré de sus habitantes.

EL DESIERTO AMARILLO

Efectivamente, y en eso no iba equivocada, en el desierto hay dunas. Muchas dunas. Grandes, impresionantes, elegantes, fotogénicas.


La arena del desierto es muy fina, de esta que se te pega al cuerpo cuando vas a la playa, y las dunas pueden llegar a ser muy altas, vimos algunas de hasta 200 metros. ¡No imaginaba lo que podía costar subirse a una duna! Te hundes como en la nieve virgen... en general, lo que resultaba más “fácil” era de caminar por la línia de cresta (aunque debe ser cuestión de práctica). 



 En Marruecos, el desierto de dunas se llama desierto amarillo. Pero el desierto amarillo, el más conocido por nosotros, es sólo una pequeña parte del Sahara marroquí.

EL DESIERTO NEGRO

La mayor parte del Sahara marroquí está compuesto de piedra oscura, y se llama desierto negro.


El desierto negro, a veces, se parece a un gran terreno de arena con una finísima capa oscura, como si de ceniza se tratara, con piedrecitas negras por encima.


Otras veces se parece a un paisaje volcánico.


  

LAS PLANTAS DEL DESIERTO

Uno de los detalles que me sorprendió fue encontrar plantas. Bueno, de acuerdo, no había muchas y no eran muy verdes, pero las había, más de las que yo pensaba.





EL AGUA

Nos contaron que en el desierto hay agua, muchos metros bajo tierra, que se puede recuperar excavando pozos. En el campamento de haimas donde pasamos la noche, por ejemplo, había uno. En algunos pueblos tienen pozos para recuperar las aguas subterráneas y canalizaciones para que llegue al pueblo, para el consumo de los habitantes y también para la agricultura.




LAS PINTURAS RUPESTRES 

Otro descubrimiento: en el desierto hay pinturas rupestres o, para ser más exactos, “gravados rupestres”. Son gravados sobre piedra al aire libre, en medio de la nada y que, a pesar del paso del tiempo, todavía son visibles.



LAS NUBES

La zona que visitamos sufre una período de sequía extrema (incluso para los estándares de la región) que empezó ya hace años. A veces se pueden ver algunes nubes en el cielo, pero no llueve.





LA NOCHE

Me habían dicho que uno de los mejores lugares de la Tierra para ver las estrellas es el desierto, y esperaba con mucha ilusión la noche que pasaríamos entre las dunas. Si tenéis pensado pasar una o varias noches en el desierto para observar el cielo, atención a un pequeño detalle: la luna. En una gran ciudad no se nota demasiado, pero en una noche con luna, puede haber mucha luz, y eso hace que las estrellas se vean menos y tengas que esperar a que la luna se esconda.

LOS COLORES DE LAS DUNAS

La magia de las dunas consiste en que cambian de color. A veces son amarillentas, otras anaranjadas o rojizas. Los mejores momentos para apreciar los cambios de color son, claro, el amanecer y la puesta de sol.






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